Izanagi se lamentó de la muerte de Izanami y emprendió un viaje a Yomi o
"la tenebrosa tierra de los muertos". Izanagi encontró muy poca
diferencia entre Yomi y el mundo terrenal, excepto por la oscuridad eterna. Sin
embargo, esta oscuridad sofocante fue suficiente para provocarle dolor en
ausencia de la luz y la vida en la tierra de arriba. Rápidamente busco a
Izanami y la encontró. En un principio Izanagi no pudo verla por completo
debido a que las sombras ocultaban su apariencia. Sin embargo él le pidió a
ella que regresara con él. Izanami le escupió, indicándole a Izanagi que ya era
demasiado tarde. Ella ya había probado el alimento del inframundo y ahora ya
era una con la tierra de los muertos. Ella no podría regresar más a la vida.
Izanagi
se quedó impactado por estas noticias, pero aun así renunció a ceder antes los
deseos de Izanami de quedarse en la oscuridad de Yomi. Izanami aceptó volver al
mundo superior, pero antes le pidió a Izanagi que le dejara tiempo para dormir
y que no entrara en su dormitorio. Mientras que Izanami dormía, él tomó el
peine que sostenía su largo cabello y lo encendió como una antorcha. Bajo la
repentina explosión de luz, él vio la horrible forma de la una vez hermosa y
agraciada Izanami. Ahora ella era una forma de carne en descomposición con
gusanos y criaturas asquerosas que se deslizaban sobre su cuerpo destrozado.
Gritando
ruidosamente, Izanagi no tuvo control sobre su miedo y comenzó a correr,
intentando volver a la vida y abandonando a su esposa muerta. Izanami se
despertó chillando indignada y lo persiguió. Shikomes salvajes
o las mujeres asquerosas también persiguieron al asustado Izanagi, guiadas por
Izanami para atraparlo. Pensando rápidamente, Izanagi lanzó su gorro, el cual
se convirtió en un racimo de uvas negras. Las shikome tropezaron con
éstas pero continuaron su búsqueda. Después, Izanagi lanzó su peine, que se
convirtió en un grupo de brotes de bambú. Ahora eran las criaturas de Yomi quienes comenzaron a
perseguirlo, pero Izanagi orinó en un árbol, creando un gran río que
aumentó su aplomo. Desafortunadamente, todavía persiguieron a Izanagi,
forzándolo a lanzar melocotones sobre ellos. Él sabía que
esto no los retrasaría por mucho tiempo, pero él ya estaba casi libre, porque
los límites de Yomi ahora estaban más cerca.
Izanagi
llegó rápidamente a la entrada y empujo un canto rodado en la boca de la
caverna, la cual era la entrada a Yomi. Izanami gritó detrás de esta
impenetrable barricada y le dijo a Izanagi que si él no la dejaba salir ella
destruiría a 1.000 residentes vivos cada día. Él furiosamente le contestó que
entonces el daría vida a 1.500.
Y
de esta manera comenzó la existencia de la muerte, causada por las manos de la
orgullosa Izanami, la esposa abandonada de Izanagi.