Amaterasu, la
poderosa diosa del sol de Japón, es la deidad más conocida de la mitología
japonesa.
Sin embargo, su
incontrolable hermano Susanowo, es igualmente infame y aparece en varios
cuentos. Una historia dice del comportamiento imposible de Susanowo contra
Izanagi. Izanagi, cansado de las quejas repetidas de Susanowo, lo desvaneció
hacia Yomi. Susanowo a regañadientes lo consintió pero tenía asuntos pendientes
que atender primero. Él fue a Takamanohara(cielo) a despedirse de
su hermana, Amaterasu. Amaterasu conocía que su imprevisible hermano no tenía
ninguna buena intención en mente y se preparaba para la batalla. "¿Con qué
propósito has venido aquí?" pregunto Amaterasu. "Para decir adiós,"
contestó Susanowo.
Pero ella no creyó
sus palabras y solicitó una competencia para probar su buena fe. El desafío fue
fijado en cuanto a quién produciría el niño divino más noble. Amaterasu hizo a
tres mujeres de la espada de Susanowo, mientras que Susanowo hizo a cinco
hombres de la cadena de ornamento de Amaterasu. Amaterasu otorgó el título a
los cinco hombres hechos de sus pertenencias. Por lo tanto, atribuyeron a las
tres mujeres a Susanowo.
Es suficiente con
decir, que ambos dioses se declararon vencedores. La insistencia de Amatarasu
en su demanda condujo Susanowo a campañas violentas que alcanzaron su clímax
cuando él lanzó un potro medio desollado -un animal sagrado para Amaterasu- en
la sala donde Amatarasu tejía, causando la muerte de uno de sus asistentes.
Amaterasu huyó y se ocultó en la cueva llamada el Iwayado. Mientras que la
encarnación del sol desapareció en la cueva, la oscuridad cubrió el mundo.
Todos los dioses y
diosas en turno, trataron de convencer a Amaterasu para que saliese de la cueva,
pero ella los rechazó a todos. Finalmente, el kami de
la festividad, Ama no Uzume, tramó
un plan. Ella colocó un gran espejo de bronce en un árbol, frente a la cueva de
Amaterasu. Luego Uzume se arropó en flores y hojas y volcó una tina de baño, y
comenzó a bailar sobre ella, percusionando la tina con sus pies. Finalmente,
Uzume se deshizo de las hojas y flores y bailó desnuda. Todos los dioses
masculinos rugieron de risa. Cuando ella se asomó después de su larga estancia
en la oscuridad, un rayo de la luz llamado "amanecer" escapo y
Amaterasu se deslumbró por su propio reflejo en el espejo. El dios Ameno-Tajikarawo
la sacó fuera de la cueva y ésta fue sellada con una cuerda sagrada
[shirukume]. Rodeada por la festividad, la depresión de Amaterasu desapareció y
ella accedió a regresar su luz al mundo. Desde entonces Uzume fue conocida como el kami del
amanecer y también como la festividad.